Desde el inicio de Karumi hemos intentado apostar por una forma de trabajar y unas tendencias del mercado con las que nos sentíamos identificados. En 2013, cuando surge la idea de Karumi, no existían en España consultorías “boutique”, sólo algunos freelances pero nada como lo que pretendíamos hacer. Por ejemplo, desde el principio fuimos "remote first" o lo que ahora se llama "full remote", y a lo largo de los años hicimos otras apuestas, como buscar perks y cuidados para nuestros empleados que tuvieran en cuenta su salud mental y que pudieran desconectar del trabajo.
Algunas compañías nos han dicho que nos tomaron como referencia y ciertamente algunos han seguido nuestros pasos permitiéndonos, a su vez, aprender de ellos. Además de enseñar lo que hacíamos y estar siempre reevaluándonos como empresa, uno de los pilares de Karumi es la honestidad. Tanto hacia nuestros clientes, no mintiendoles o escondiéndoles verdades, como con nuestros empleados, explicándoles lo que hacemos y por qué lo hacemos, así como con la gente en general que nos sigue. Siempre hemos sido sinceros hablando en blogposts y en eventos sobre aquellas cosas que hacemos y no sobre las que decimos que hacemos.
Desde hace un tiempo nos hemos encontrado con la necesidad de ser honestos con nosotros mismos, de pensar en las cosas que creemos y en cómo debemos hacerlas. En los últimos años algunos compañeros de trabajo han buscado nuevos retos fuera de Karumi y desde Karumi hemos abierto nuevas ofertas de empleo. Pero desde el año pasado nos cuesta mucho encontrar perfiles que encajen en lo que buscamos, no porque no existan sino porque no podemos pagarles lo que se merecen. Hemos visto como en los dos últimos años el salario que estábamos pagando a esas personas se ha duplicado. Esto no es por asomo nada malo, ni una crítica a que esto esté pasando, es simplemente un reflejo de la realidad y como tal se lo hemos dicho a aquellas personas que salieron de Karumi: “Hacéis muy bien y hay que aprovechar las ‘oportunidades'. Si nosotros pudiéramos también os pagaríamos ese dinero porque os lo mereceis”.
Frente a esta situación teníamos dos opciones: la primera es intentar incrementar nuestras tarifas a los clientes, algo en lo que hemos estado trabajando desde hace años y que hemos ido consiguiendo gracias a nuestro esfuerzo y trabajo. Tristemente este incremento no es ni por asomo a día de hoy capaz de incrementar el salario a precios competitivos para el nivel de la gente que trabaja en Karumi.
La otra opción es empezar a contratar a gente con perfiles más junior, con potencial para que se conviertan en esos trabajadores que buscamos. El desafío de ésto es que cambiaría la figura de la empresa: como grupo pequeño de personas que ofrecemos un trabajo senior y de calidad, podemos permitirnos tener un par de personas más juniors que ayuden y aprendan, que vayan creciendo con nosotros, pero por la naturaleza de Karumi no podemos ser un grupo de juniors liderados por Davide y Jorge. Además estamos percibiendo que el ciclo de permanencia en las empresas está siendo muy bajo, casi rondando el año. Esto no nos permitiría ser capaces de formar seniors que nos ayudaran a ir enseñando a nuevos juniors, con lo que el plan a medio-largo plazo sería inviable.
Creemos que todos estos factores son algo que va a perdurar en el tiempo, ya que la globalización de las empresas y el incremento del trabajo en remoto va a hacer más fácil la contratación para muchas empresas, abriendo un abanico de posibilidades más grande. Esto es un gran beneficio para la industria, pero también supone un reto de cara a cómo vamos a enfrentarnos a ello en los próximos años.
Llegados a este punto teníamos que ser honestos con nosotros mismos. No queremos cambiar los principios de Karumi, convertirnos en un tipo de empresa que no somos o ver como poco a poco se va degradando lo que construimos.
Por otro lado, esta falta de contrataciones estaba produciendo que tuviéramos problemas internos de cara a nuestro clientes, como tener que retrasar tiempos o cargas de trabajo inecesarias para hacer un trabajo eficiente que siguiera nuestros estándares de calidad, siendo algo que no nos gusta y con lo que no nos sentimos cómodos.
Con todo esto llegamos a la conclusión de que no tenía sentido continuar con Karumi a nivel de consultora. Esto se traduce en que esta aventura de ocho años se termina. Ha sido una decisión muy difícil de tomar pero estamos convencidos de que es la decisión buena.
Hablamos con los trabajadores a finales de septiembre y les comunicamos la situación. A continuación hablamos con nuestros clientes: íbamos a dejar de trabajar con ellos a finales de noviembre.
Lo que hemos hecho con los clientes ha sido cerrar con ellos todos los frentes que tuviéramos abiertos e intentar buscar y recomendar otras empresas con las cuales pudieran trabajar y que fueran de la misma calidad que Karumi. En algunos casos también formamos a sus empleados para que pudieran mantener o ampliar nuestro trabajo.
Con respecto a los trabajadores de Karumi, que son los que realmente iban a sufrir más esta situación, planteamos las siguientes acciones: lo principal fue hablar con ellos con tiempo suficiente para que supieran cómo estaba la situación. Un mes antes de esta comunicación estuvimos hablando con empresas amigas del sector a las cuales les explicamos la situación y les enviamos los CVs de nuestra gente. Con esto queríamos que tuvieran alguna alternativa laboral sin tener que buscarla ellos. Lo siguiente fue que, aunque los proyectos se acabarán en noviembre, el mes de diciembre todos los empleados van a cobrar su nómina con la idea de que puedan dedicar ese mes a lo que prefieran, ya sea descansar o a una búsqueda activa de empleo. También les dijimos que si alguien se quería ir antes no habría problema alguno, ya que lo importante era que miraran sobre todo por ellos mismos. Nuestra mayor preocupación de estos últimos meses es que los Karumis estuvieran bien y hemos hecho lo que ha estado en nuestra mano para conseguirlo.
Respecto a nosotros, Davide y Jorge, aún no sabemos qué vamos a hacer. Lo primero es descansar de esta aventura excelente de ocho años que nos ha regalado la vida y donde hemos conocido a gente apasionante y nos hemos demostrado que se pueden hacer las cosas bien, con cariño y tratando a los trabajadores y clientes con honestidad. Creemos fervientemente que se puede hacer una consultoría honesta, distinta y que debemos pensar que las empresas de software están formadas por personas y que debemos ser ‘employee first’.
Con Karumi nos quedan aún cosas que decir. Se va a quedar como marca, ya que queremos seguir dando algún curso, aunque con un modelo diferente. ¡Además tenemos alguna idea que queremos desarrollar tras la marca que esperamos que sea más pronto que tarde y esperamos que os guste!
Y sobre todo gracias a Alberto Gragera, Miguel Lara, Irene Herranz, Pedro Vicente Gómez, Sergio Gutiérrez, Fran Fernández, Laura Perandones, Antonio López, Elena Mateos, Beatriz Hernández, Antonio Estévez y Sergio Arroyo. Por formar parte de esta pequeña familia, por apoyarnos, ayudarnos a crecer y por ser las mejores personas con las cuales compartir estos maravillosos ocho años. ¡Os queremos!